Tras la entrega del libro de la Divina Misericordia Marisa, que alterna entre el salón el cuidado de su madre que está también en la casa, anima a Manolo a contar anécdotas como la de su sobrina de Zaragoza.
"Recuerdo el día en que vino mi sobrina de Zaragoza. Todos pensábamos que se iba a asustar al ver a Manolo vestido de capirucho pero cuando se puso el traje en casa ella se puso a reír. Al ir a la procesión se pasó toda ella señalando a los capirucos creyendo que sería Manolo. Fue muy divertido".
Manolo sonríe con ganas y hablamos de mi abuelo Eloy.
"Tengo un montón de recuerdos de tu abuelo. Cómo poníamos los faroles, la construcción de las andas, cómo guardábamos las andas en el Claustro. Han sido muchos años de trabajo con él". Manolo lo recuerda con mucho cariño e incluso da pie a una de las anécdotas más divertidas del día.
"Un año salí a hombros de la Colegial. Íbamos a salir y el farol que llevaba la cruz no lucía. Me subieron los cargadores arriba y por las prisas de la salida nadie se dio cuenta de que estaba arriba y salí a la calle encima del paso. La gente me miraba muy soprendida jajajajaja". Esto provoca unos momentos de grandes carcajadas que nos sacan hasta una lágrima de risa. Manolo está feliz, mi tío también y yo me siento un privilegiado.
La conversación gira a recuerdos en los que otros años la procesión también atravesaba La Colegial. Mi tío le explica el recorrido de este año y se inicia un diálogo que nos lleva a un viaje al pasado.
"Ahora las procesiones son más duras y antes eran mucho más largas. La cuesta de pescaderías hace mucho daño". Ambos rememoran cómo el Nazareno pasaba cerca del Hospital que ocupaban las Hijas de la Caridad y como éstas se asomaban para verlo a sus ventanas. Se recuerda cómo antes la gente estaba más acostumbrada a cargar que ahora y hay un guiño de complicidad antes de rememorar cómo la bota acompañaba más de una vez el transcurrir de los Viernes Santos.
Aparecen nombres históricos de la cofradía como Vicente Plaza, Vitorio, Miguel, Rafa, los hermanos Macana... Se viven momentos de anécdotas traviesas que acrecientan la complicidad de ambos y que quedan, sin necesidad de explicitarlo, guardados entre todos. Manolo no pierde la ocasión de mostrar que para él todos los pasos son iguales y que es algo que siempre tuvo claro y tiene.
La figura de Don Enrique es motivo del siguiente paso en el que se rememora su figura algo, siendo benévolo, pesetera. Aparecen diferentes consiliaros que nos enseñan cómo la relación entre clero y cofradía no ha sido siempre igual de fluida dado el carácter de los sacerdotes.
Una pausa en el hablar nazareno es buen motivo para hablar de la lucha de Manolo por hacer accesible su portal y cómo logró romper con la intransigencia de sus vecinos a base de picardía, inteligencia y bondad. Su lucha por igualar los derechos de todos empieza a presentarnos a una figura ejemplar más allá de la Hermandad.
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