miércoles, 22 de abril de 2015

CHARLA CON CÁNDIDA. "LAS CAMISAS Y LA "GUARDIA CIVIL"" (1ª ENTREGA)


Hoy iniciamos una serie de artículos en el que hablaremos con Cándida. Histórica camarera de nuestra cofradía con la que el lunes mantuvimos una conversación de vida y Hermandad junto a Sagrario en el que ambas, que se profesan un gran cariño, nos brindaron una emotiva tarde que recogemos en el Rinconcito. Tarde en la que reímos y lloramos con una mujer valiente y admirable.

Nos recibe Cándida con una mirada amable, con la ternura que cualquiera asociaría a su abuela y con dos besos cariñosos que nos dan la bienvenida. Lo primero que nos llama la atención es la amplitud del salón de su casa y ella nos pasa a un salón más recogido en el que podremos hablar más cómodos.
La limpieza que se aprecia en la casa es un motivo de orgullo para ella, y de envidia para nosotros, y Sagrario la habla con admiración de cómo sigue haciendo las tareas tan bien como siempre. Cándida la responde orgullosa señalando como de ella la dueña de la casa (vive de alquiler) no podrá decir nada malo en cuanto a limpieza y nos dice cómo los anteriores inquilinos dejaron a la dueña un pufo de casi 5000 euros.

Directa, me mira para decirme "Anécdotas tengo bastantes para contarte", "lo primero, conflictos ha habido siempre". Es una alegría verla con ganas de hablar y los recuerdos empiezan a sucederse con un acento divertido y tierno.

"Se arreglaba todo antes el Viernes Santo. Quedábamos a las 8 de la mañana y todos llevábamos cosas para comer y lo hacíamos en El Potro. Recuerdo que un año llevé empanadillas y un bizcocho borracho. Mayoral lo probó y le dijo a su mujer que había comido cosas riquísimas. Me hizo ir a la huerta a hacérselo".

Las primeras carcajadas no tardan en aparecer y Cándida nos "lleva" a la Colegial.

"Al sacar la camisa en la Colegial parecía que estábamos escoltados por la Guardia Civil. Los cajones eran muy grandes y Félix siempre vigilaba como un Civil. Había que hacer muchas cosas al traje porque no estaba en buenas condiciones. Ibas cosiendo por un lado y por otro se descosía. El Nazareno estuvo dónde está ahora el Cristo del Mar. Recuerdo que nos hacían quedar a las 8 de la mañana en la Colegial y teníamos que aguantar cómo el cura nos metía prisa por los micrófonos para dejarlo listo antes del Vía Crucis".

Una mirada entre las dos es un claro reflejo de años de complicidad y buenos recuerdos sazonados por el cariño. Cándida continúa hablándonos de cómo vio la procesión este año desde la tribuna y de la alegría que apreció con el cambio de vestimenta de la Santa Mujer Verónica.

"Muchas veces he dicho que la Verónica no debía vestir de negro porque no es una Virgen, es una mujer que salió al encuentro de Jesús pero no es una Virgen. Me ha gustado verla este año con ese traje, parecía realmente una mujer y no una Virgen. Iba preciosa"

Con cariño de madre nos cuenta cómo tenía que dejar a sus hijos en la cama los Viernes Santo al tener que madrugar para preparar todo y como luego ellos fueron enganchándose a la pasión nazarena marchando al campo a coger flores para adornar el paso. Sagrario, con mirada tierna y cierto anhelo, asiente recordando algo que fue un vivero de muchos nazarenos y de unión.
Con la sapiencia de la edad y de lo vivido me mira y me dice "Rabietas a punta pala hemos tenido".

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