viernes, 24 de abril de 2015
CHARLA CON CÁNDIDA. "ELIA Y LOS GEMELOS" (3ª ENTREGA)
La conversación continúa refiriéndose al manto del nazareno y cómo se le metía corcho primero debajo para ahuecar el manto y como después, como señaló mi tía, se empezó a meter romero ya que era más fácil de moldear.
Sus inicios en la Hermandad se pierden en el tiempo pero poco a poco va afinando hasta convenir que rondarán los 45 años pese a que hasta 1981 no pudo inscribirse oficialmente ya que fue el año en que las mujeres pudieron convertirse en hermanas. La figura de Eugenio, su marido, viene a escena para recordar ambas que hace dos años le entregaron la medalla de oro y para rememorar que se casaron en el año 1963.
Se va afinando la memoria para recordar épocas en las que acudió a las comidas de Hermandad embarazada de su hijo mayor y para una anécdota que describe la personalidad de su amiga Elia.
"Mañana mis hijos cumplen 48 años. Estaba embarazada de ellos y Elia, al enterarse de que venían dos me dijo que ellos serían los padrinos de uno de ellos. Y lo son de mi hijo, el de Toledo".
No nos sorprende eso en Elia y la carcajada es común.
La pregunto qué la parece que ahora no haya niñas viendo y aprendiendo de las camareras y me señala, con nostalgia, que las abuelas ya no llevan a las nietas. Esto da pie a ver la juventud de alguna de las camareras actuales.
"De todas formas nosotras no empezamos de niñas. Íbamos de jóvenes. La más joven en empezar fue Mari Carmen como camarera oficial". Dudamos sobre Luisa o ella como la más joven pero ambas explican como se refieren a oficialmente, ya que entraron todas a la vez, aunque antes Luisa ya estuviera ayudando.Me explican cómo entraron las camareras actuales.
La figura de Manolillo es evocada y Cándida se duele al ver que su madre ha fallecido el año anterior. Noto que la duele de corazón y ella me describe una relación de cariño y admiración hacia ella cimentada en el tiempo.
"Ese niño puede decir que le debe la vida a su madre. Cuando Manolo sufrió la parálisis ella luchó como una jabata. No os podéis imaginar lo que peleó por su hijo, aprendió a pincharle y siempre le animó a luchar. Yo la quería mucho".
Una noticia inesperada que va asumiendo con nostalgia hasta recordar una amistad de muchos años. Noto la dureza en tener que despedirse de una persona querida tiempo después de su muerte pero empiezo a comprender como asumen las personas mayores la realidad de la vida.
Mi tía la mira con cariño y empieza una conversación en la que se evocan recuerdos de la amistad con María, madre de Manolo, o de la operación de Carmen. Después, giramos hacia un repaso de sus eternas compañeras.
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