domingo, 26 de abril de 2015

CHARLA CON CÁNDIDA: "EL CORAJE DE UNA MUJER EJEMPLAR" (ÚLTIMA ENTREGA)



Cándida nos recuerda episodios recientes que la hicieron mucho daño en la cofradía que no se resolvieron tan bien como se hacía antes. La miro y veo que está cerca un desahogo que no tarda en llegar. Está cómoda y la presencia de Sagrario la anima a relatar una vida llena de dureza y que comparte con una valentía conmovedora.

Las lágrimas acuden a nuestros ojos al oirla relatar la lucha que mantuvo por su hijo mayor, por su marido y por su madre. Se nos remueve el alma al verla emocionarse y mi tía la da un abrazo pleno de admiración. La miro y veo una valiente que, como ella misma dice, "tengo el consuelo de que no pueden echarme en cara nada porque dí todo por ellos y peleé hasta el final". Me quedo sin palabras al oírla. Mi tía la abraza de nuevo y la felicita por su valentía. La pesadilla de cualquier padre ha sido vivida por ella y es imposible no derramar de nuevo lágrimas. La miro y veo entereza con dolor pero sobre la firme tranquilidad de una conciencia tranquila.

Cándida saca de nuevo su carácter luchador cuando habla de todos los dolores que padece hace años y lo hace recordando que sigue limpiando la casa a diario y que vencerá a esos dolores. Habla de sus hijos con cariño y la conversación pasa a las nietas.

Mientras va a la habitación a por la foto de su nieta "chinita" como dice ella, nos miramos mi tía y yo sin decir nada, no hace falta. Ambos, con una mirada, hemos convenido que nuestra admiración por ella ha aumentado hasta límites insospechados.



La foto de su nieta es acompañada con orgullo y se nos presenta una tierna faceta de abuela en la que nos habla de Sara y Noelia con extrema dulzura.
Me encanta oíirla hablar con una sonrisa de orgullo en su rostro y recuerda la figura de su desaparecido hijo mayor con mucho cariño. Nos lleva por la casa recordando una vida muy ligada a la cerámica.

Vemos un auténtico museo de cerámica, arte vinculado a su familia. Nos muestra platos cocidos por ella, otros pintados por su madre y por su padre en un auténtico deleite para nosotros. Los premios de su hijo, su retrato son evocados con entereza y satisfacción en un paseo por sus recuerdos realmente conmovedor. Nos queda claro que estamos ante una luchadora a la que es imposible no admirar. Nos cuenta como cuida las plantas y como sigue manteniendo donde estaban reloj, gorra y móvil de su difunto marido.

Una talaverana de cerámica nos para el corazón, pintada por ella, al despegarse la cabeza.


Felizmente, los reflejos de Cándida, salvan el desastre. Cuesta despedirse pero tras más de tres horas nos vamos felices al conocer más a una mujer ejemplar, pura esencia e historia viva de nuestra Hermandad. Una auténtica lección de vida de una luchadora que nos indica que seguirá peleando.  No puedo más que darla las gracias por una tarde que será imposible de olvidar.








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