Tengo la certeza de que estamos delante de un valiente. Mi tío lo mira con admiración y respeto con la sensación de tener un amigo que si no lo es, está cerca de poder ser considerado un ejemplo para los que le rodean y para los que tenemos la suerte de conocerlo. Me impacta ver su valentía y su confianza y no me resisto a preguntarle desde mi faceta de educador social por el origen de ese valor.
"Mi padre no me escondió nunca. Lo normal en la época era esconder a los que tenían alguna minusvalía pero mi padre siempre hizo lo contrario. Yo nunca tuve ningún complejo, al contrario. Espera, sí que tuve uno" Mi tío y nos miramos con ganas de conocer que podía acomplejar a Manolo y pronto encontramos el motivo.
"Yo lloraba en el colegio cuando la profesora no me preguntaba la lección. Ese era mi verdadero complejo, la rabia de que no me preguntara". La intriga se convierte en nuevas risas en una conversación cada vez más emocionante. Nos habla de Sor Casimira y cómo ella siempre le tuvo una alta estima. Nos relata el cariño de las Hijas de la Caridad hacia él y su hermana y cómo Sor Casimira, monja conocida en la ciudad y que llevaba comida a los presos, siempre le guardó un cariño especial. Su hermana se casó en la capilla del colegio nos relata como clara muestra de esta intensa relación.
La conversación, tras la anécdota de cuando le robaron su moto, gira a rememorar a antiguos hermanos. Eloy y él son un libro abierto por el que pasan nombres que engrandecieron nuestra cofradía y a los que recuerdan con cariño. Juan, Moisés y su gran familia de Cucos, Pepe, Juan Hidalgo empujando la silla de Pepe después de que le cortaran las piernas... Un deleite.
Ambos, con tono cómplice, recuerdan limonadas en diferentes naves, anécdotas vividas y cosas que ambos asimilan para sí con total naturalidad. Se miran y Manolo le pregunta la edad a su amigo preguntando por una futura jubilación. Comparan edades como antes presumieron de medallas y esto provoca carcajadas acerca de ello y de cómo pasa la vida de deprisa.
Se rememoran momentos trágicos como una muerte que marcó a la Hermandad y que se relaciona a la peligrosa forma de subir al Nazareno que existía. Un trágico suceso el Viernes Santo. Las horquillas llevadas por Fermín, los Plaza... son motivo de rememorar una época en la que ambos responden:
"Yo no llevé horquillas, pasé de la fila a cargar" y Manolo "yo pasé de la fila a alumbrar (aunque con bombillas". Veo nostalgia en ambas miradas y de nuevo cruzan miradas cómplices y divertidas ante la mirada dulce de Marisa. Tengo la sensación de estar viviendo un momento mágico y no me atrevo casi ni hablar.
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