Es Viernes Santo, estamos en Talavera en plena Calle Mesones. Una madre, un padre y su hijo de 4 años ven a Nuestro Padre Jesús Nazareno y a la Santa Mujer Verónica pasar bendiciendo las calles de su ciudad. De repente, la curiosa mirada del niño pasa hacia las flores que adornan nuestros pasos. No sabe lo que es, no tiene todavía el entendimiento para ponerse a pensar lo que está sintiendo pero si sabe que ha visto algo al mirar los adornos florales que le ha llamado la atención.
Su madre le ha dicho que cuando pasen los pasos de la Real Hermandad de Socorro guarde silencio pero lo vivido le hace pensar en las flores y olvidar el cierto miedo que le da ver a tanta gente que viste de manera tan peculiar. Él sabe que no debe tener miedo porque su mamá le ha dicho que el Nazareno y la Santa Mujer Verónica le están protegiendo pero ahora solo piensa en qué ha sentido al mirar las flores.
Su mente viaja hacia esos establecimientos raros que huelen tan bien y que nunca le han llamado la atención que hay en varias calles. Viaja hacia el campo, dónde con su abuelo supo diferenciar entre algunos tipos de flores. pero no es lo mismo.
Inquieto, se revuelve de la mano de su papá y quiere preguntar, pero una promesa es una promesa.
La procesión se marcha y es el momento de soltar lo guardado.
- Mamá, mamá.
- Dime hijo
- Cuando he visto a los pasos he sentido algo especial al mirar a las flores.
- ¿El qué?
- Mamá, ¿por qué brillaban las flores?.Yo había visto flores como esas con el abuelo en el campo y en esas tiendas que huelen tan bien pero no es lo mismo, ¿por qué me pasa esto?.
- Hijo, la diferencia que has sentido es el alma con la que esas flores han sido puestas por las camareras y los miembros de esta Hermandad. Esa es la diferencia, eso te hacía sentir algo especial porque las cosas que se hacen con el alma tienen un brillo especial que nos llega a nuestro corazón.
- !!!Qué bien se lo ha tenido que pasar!!
- Claro hijo. Cuando ponen las flores lo hacen deseando agradecer a sus pasos tanto amor de todo el año, lo hacen porque se sienten especiales agradeciendo en parte toda la bendición recibida y lo hacen disfrutando acrecentando su sentimiento de Hermandad y preparando la procesión del día siguiente.
- !Qué envidia!. Yo también quiero participar y sentir eso.
¿QUIÉN NOS CREEMOS PARA PROHIBIR A ESE NIÑO DISFRUTAR DE ESTA CELEBRACIÓN QUE HACE QUE LAS FLORES ESTÉN CUBIERTAS DEL BRILLO DEL ALMA?. ¿POR QUÉ ESA MAMÁ Y ESE PAPÁ YA NO PUEDEN DECIR A SU HIJO QUE SÍ, QUE LO PODRÁ VIVIR?. ¿ALGÚN FLORISTA ES CAPAZ DE SUPLIR EL AMOR Y EL ALMA QUE PONEN LOS HERMANOS?. CREO QUE TODOS SABEMOS LA RESPUESTA.
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