"Mi familia comía siempre junta hasta que murió mi marido". Relata con sinceridad cómo su marido falleció hace 5 años y cómo lleva 1 año viviendo con Tere, su hija. El destino y el tiempo la empujaron a aceptar una oferta de su hija con la que está encantada. "Aquí vivo muy tranquila. Me ve el que quiere venir a verme. Yo me doy mis paseos por fuera y me salgo con la radio al porche. Estoy muy bien". La veo tranquila y a gusto, cómoda.
"Yo quiero mucho a tu familia. Nos hemos llevado muy bien y a tu abuela la quiero mucho. Me da mucha alegría cada vez que la veo".
Sus recuerdos y vivencias la llevan al fallecimiento de su marido. "Fue una pena cómo falleció pero me queda la alegría de que lo hizo rodeada de su familia. Me da mucha alegría ver que ya son cuatro generaciones las que siguen la Hermandad, siguiendo el camino que inició mi padre". Me relata qué nietos están ahora en la cofradía y no puede contener poner cara de abuela feliz.
Me recuerda cómo preguntaba mucho a mi madre por mis problemas con la lactosa y me confiesa que a ella también se la han quitado. La parte final de nuestra conversación es un repaso a una familia que la quiere y a la que ella adora. El cariño de sus nietos, el buen contacto que mantiene con sus hijos y la bondad de su padre son algunos de los puntos que tratamos. La pido una fotografía que ilustre nuestra charla y me enseña con paciencia la foto de todos los suyos delante del Nazareno.
Llega la hora del adiós tras destacarme el cariño de sus nietos. Salimos a su pequeño paraíso dónde dos perros traviesos escoltan a su hija y su yerno. Con Tere hablamos de la necesidad de más sensibilidad que hace falta para que los mayores puedan ver a los pasos antes de salir de Santiago. Teresa está feliz y me manda recuerdos para mi abuela y mi madre. Me marcho con alegría por el rato tan agradable vivido con una mujer que me confiesa antes que ya desea biznietos.
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