En la soledad de su habitación. Luz apagada, recuerdos flotando en el aire, tristeza guardada en el cajoncito donde vive el alma un músico mira hacia el cielo y los sueños llegan mecidos por los más bellos sones que el ser humano fue capaz de crear.
Sus dedos describen surcos de arte en un instrumento que flota solo en su conciencia. Un repaso de una vida llega a través del pulso y el temple de sus muñecas mientras sus labios se llenan de inspiración y brota la música.
Sus mejillas son recorridas por un surco de vida y agradecimiento a una mujer que le espera en el cielo y para la que siempre toca. !Va por ti, mamá!. La vida no siempre fue tan injusta y del cielo llegó un pequeño angelito, el pequeño Iker.
Es feliz, sonríe, se siente afortunado de poder tener noches de insomnio y miedo con su niño. Las notas de su corazón son compartidas para su madre y para su niño. Sabe que desde el cielo la abuela mima a su Iker.
!Tocaré por ti, mi niño!. El músico llora de alegría al ver a su niño en cada nota. La vida ha sido dura pero nos ha llenado de milagros como su querido padre, sus hermanos y esa pequeña gran luchadora que de su mano camina en esta vida. Tanya, compañera, gracias.
Es feliz, se siente dichoso. La vida le ha puesto a prueba duramente pero le ha puesto en su camino a una maravillosa familia con la que remar juntos. ¿Solo a una familia?. El artista sabe que tiene la dicha de tener dos familias, su agrupación musical.
Piensa en la gran cantidad de sueños por cumplir y en los cumplidos y sabe que si Dios le sigue acompañando de sus manos brotarán más notas de arte, más abrazos de padre e hijo y más dulzura a su compañera del alma. More, artista, felicidades y que nuestros titulares te protejan y te cuiden.
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