sábado, 31 de enero de 2015
REYES, TUS HERMANOS NO TE OLVIDAMOS
Mañana empezamos los ensayos y lo hacemos con un vacío especialmente en la parte delantera de nuestro paso. Otro año más, nuestro hermano Reyes no estará presente pero su recuerdo seguirá presidiendo cada uno de nuestros pasos. Todavía, y creo que lo hará siempre, nos duele llegar y no verle con su eterna sonrisa y con sus ganas de hacer crecer el sentimiento de Hermandad.
Mil y un recuerdos, todos repletos de cariño, nos agolpan cuando nos ponemos debajo de nuestro paso y levantamos al cielo a Nuestro Padre, cada vez que nos levantamos nos acordamos de nuestro Hermano del que tenemos claro que nos sigue cuidando desde el cielo.
Podría ahora repasar cada uno de los momentos que pasamos con él, desde un accidentado corte cuando poner las flores se vivía como una fiesta, hasta sus mil bromas acerca de lo pequeñito que me estaba poniendo y lo poco que me alimentaba mi madre.
Si algo recordamos todos de nuestro Hermano es su infinita sonrisa, su cariñoso abrazo cada vez que terminábamos su procesión, sus ganas de disfrutar de su cofradía y su infinito amor hacia su familia, una gran familia.
Los que tuvimos la suerte de gozar del cariño de Reyes nunca lo olvidaremos y cada año nos seguimos y seguiremos acordando de él buscándolo en la parte delantera de nuestro paso para tapar una ausencia que nos duele en el alma. Pero Reyes nos dejó un regalo, un recuerdo de como vivir la Semana Santa, de como tratar siempre de disfrutar y nos dejó una familia cariñosa que ha seguido su legado. Ahora podemos cargar con su hijo, Óliver, y acordarnos de él con sus hermanas, con la alegría de Lucía y con el cariño luchador de su grandísima esposa.
Hoy, Hermano, he querido acordarme de ti en este texto pero sé que sabes que nos acordamos de ti a diario y tu hueco jamás podrá ser cubierto en nuestro paso. Nunca te agradecí lo suficiente como diste tanto cariño a mi mujer, como la recibiste como una parte de mí con todo tu cariño, tampoco puedo olvidar tu abrazo cuando despedimos a mi abuelo y lo feliz que era cada vez que te veía pues tenías el don de levantar el ánimo a todos los que contábamos con la bendición de tu amistad.
Desde el cielo, sé que nos estarás animando, y tus amigos nunca podremos olvidarte. Gracias Hermano, por darnos tanto.
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