La vida pasa, los tiempos cambian y muchas veces lo ves en detalles pequeños o en decisiones de las que duelen. Muchas veces uno no entiende cómo lo que rigió tu vida ya no parece servir y los valores se pierden en el tiempo a través del triste recurso de una supuesta "obsolencia".
Hoy conocemos el Belén que la familia García cuidaba con esmero cada año y que fue adquirido (las figuras del Nacimiento) por el amor del Señor Eloy a esta forma de arte. Los tiempos cambian y hoy luce el Belén como recuerdo de una época anterior en la que el Portal coronaba las noches navideñas de la familia.
Cuando miro el Nacimiento veo el regir de los tiempos, la lógica evolución de un mundo con prisas pero no olvido, al contrario, los valores que al otro lado de la puerta, con la chimenea encendida, el patriarca de la casa nos inculcó como ADN familiar y mayor legado.
Este Belén es un recuerdo a la memoria viva de unos valores que jamás olvidaré y que hoy, más que nunca, defenderé con orgullo. Los valores nunca caducan y el recuerdo nunca se olvida.
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