jueves, 9 de abril de 2020

Jueves Santo y la guardia en el que se nos rompió el corazón (Recuerdos)


Hoy es Jueves Santo y los cargadores nazarenos deberíamos estar en Santiago, en turnos de dos horas, haciendo la guardia a Nuestros Titulares. Estas dos horas de oración, alguna que otra risa y muchas ilusiones nos permiten vivir momentos inolvidables.

En estas guardias he superado la vergüenza subiendo a que me lavaran los pies, reído con un árbitro inspirado, trasnochado con las tripas haciendo más ruido de lo debido y comprobando que el servicio de Santiago debería tener las paredes más gordas...

Estas guardias nos han permitido recordar aquellos años de flores y carreras matinales en los que el recuerdo de Reyes siempre está presente con un corte de romero que se llevó algo más de la cuenta... 

Un recuerdo que no olvidaré jamás fue una noche de guardia en mi primer año casado. Bea hacia reposo en casa cuidando una ilusión que todavía nuestro Padre no quiso que viésemos. Recuerdo cómo el móvil empezó a vibrar y como una llamada me heló la sangre. Tuve que dejar la guardia y en el hospital nos confirmaron que el niño que crecía en Bea nos dejaría antes de verle la cara.

No sé qué nos guió, me imagino Quién, sólo sé que nos miramos y ambos tuvimos claro que por la tarde debíamos dar gracias al Nazareno por habernos dejado soñar con el hijo esperado sabedores que, aunque no fuera a nacer, siempre será nuestro hijo. Lloramos, no lo niego, pero a las 6 de la tarde Bea rezaba en casa mientras yo lo hacía con el corazón reventado con Nuestro Padre por las calles de Talavera. 

Fue un día terrible, de mucho dolor pero en el que comprendimos que sólo Él es capaz de darnos la fe y la fuerza que la razón no entiende. No sé si el día de mañana flaquearemos, seguramente sí, pero pedimos a diario que en estos momentos de tanto dolor que vivimos Él no nos falte nunca como aquella triste jornada no nos falló a nosotros.

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