Sentado en la cafetería Nevada, con su inseparable Alejandro al otro lado del wassap, un cuaderno lleno de ilusiones. La mirada resplandeciente, cierto nerviosismo y una dosis de responsabilidad bien llevada.
La cabeza llena de preparativos, el rostro fiel reflejo de noches llenas de sueños y miradas al techo mientras el reloj no avanzaba. Me miró y juntos repasamos algo que jamás podré agradecerle, el hecho de haberme invitado a acompañar a su agrupación, la agrupación de todos los nazarenos, en uno de sus días más especiales.
Nos despedimos mientras me indicaba que volvería a Sevilla pese a que quedaban horas para iniciar el viaje soñado
En el autobus, ya de madrugada, ordenaba los nervios, las ilusiones de su gran familia y junto a Donaire repasaba que no se escapara el mínimo detalle. Entrañable fue la "pelea" contra un hijo valiente que no se quería dormir. Al llegar a Sevilla, en la nave de los gitanos, soltó los nervios. Todo estaba preparado.
Al llegar las 8 entró feliz, en familia, disfrutando de un sueño cumplido en una noche en que los sones nazarenos retumbaron en el templo gitano y vio como su agrupación se emocionaba feliz y agradecida.
Su pequeño guerrero cayo rendido rumbo a Talavera, Rafi, nuestro hermano que hoy cumple años, miraba al horizonte feliz. Sabedor de que había honrado el legado de 20 años de su banda.
Hermano, gracias, felicidades y que nuestros titulares te guíen y te protejan.
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