Hoy cumple años nuestro hermano Eloy. Para hablar de él, debo recuperar la entrada que le escribí hace un tiempo. Que nuestros titulares le protejan.
El hombre tranquilo por excelencia es nazareno. Desde que lo conozco, ya va a hacer 30 años, no le he visto nunca perder los nervios por nada y eso es algo bueno cuando no es debido a la indiferencia pero sí a la forma de entender la vida.
Al hombre tranquilo no le hace falta alzar la voz para decirte algo y con solo un comentario es capaz de removerte por dentro sacándote los colores más que si te estuviera recetando la peor de las regañinas del mundo.
Su presencia es síntoma de que llega una persona buena, generosa, paciente y empática que jamás va a entrar en una discusión, solo te lanzará su punto de vista con la sutilidad suficiente para hacerlo sin decir y logrando que te des cuenta por ti mismo de que has podido cometer un error o que simplemente estás equivocado. En el caso de que sea él quién está equivocado no dudará en aceptarlo con la humildad y tranquilidad de quien sabe que su vida se enriquece de la mano de los demás.
Para nuestro hermano las peleas son algo que es debido a que alguien está evitando ser generoso con el otro o, en muchos casos, ambos. Si se escucha, síntoma claro de generosidad, la pelea desaparecerá y solo se producirá un amistoso intercambio de expresiones.
No conozco a nadie más dado a los demás que él para quién nunca ayudar supone una molestia, para quién nunca existe el reloj y para quién nunca nada es suficiente cuando se trata de echar una mano o aliviar una necesidad en el otro. Su teléfono siempre está encendido y las llaves de su coche preparadas para dejar todo lo que tenga entre manos si alguien lo reclama.
Creo que es un ejemplo para todos y posee una mente tan receptiva que vive en un continuo aprendizaje que usa para ayudar y para solventar todos los problemas que se le presenten o, sobre todo, se le presenten a quiénes le rodean.
Guardo en mi corazón como lección de vida para mi trato con mi hijo como me regañó como nadie un día que, trastadas de juventud, nos fingimos encontrar un hámster mi primo, mi hermana y yo y aparecimos con él en un cumpleaños de un amigo suyo. En ese momento no tuvo un solo reproche, al contrario, pero al llegar al coche nos soltó que si mentir iba a ser nuestra forma de actuar en la vida y que si eso nos iba a llevar a alguna parte. 20 años largos después todavía no se me ha ido. Esa autoridad la da el ejemplo de su vida y sus precisos comentarios que salen de su boca solo cuando son necesarios.
Es un nazareno de sangre y lo lleva a gala, no como tarjeta de presentación, y sí como alguien que tiene claro que eso significa tener la mente abierta, aprender en cada acto y hacer todo lo posible por enriquecer su cofradía. No duda en defenderla cuando el motivo lo requiere y lucha a diario por hacerla más grande honrando, con la tranquilidad que nos falta a muchos, el legado que le dejó su padre a él y sus hermanos.
Es la calma para todos los que le rodeamos y siempre me ha enseñado que voceando y regañando no se va a ningún sitio, las ideas pueden defenderse y se deben sobre la base del respeto y la escucha, todo cimentado por el perdón y la amistad. No duda en hacer todo lo que pueda ayudar a su hermandad en un silencio callado y sin medallas que es ejemplar.
Para mí es un ejemplo como hermano, como padre, y un orgullo que sea mi tío. El hombre tranquilo se llama Eloy y ojalá pueda seguir aprendiendo muchos años con él y de él. Gracias tío por ser un ejemplo.
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