Hoy es el cumpleaños de nuestra hermana Beatriz. Hoy, lo entenderéis, no pienso hacer una valoración personal al dar la casualidad de que la felicitada es mi mujer. Hoy sólo voy a hablar de ella como hermana. Desde que entró en la Hermandad fue capaz de asumir los valores nazarenos y mejorarlos con una visión muy acertada de lo que debe ser una cofradía y que muchos, por culpa de nuestra pasión, no veíamos. Ella siempre ha abogado por olvidar rencillas personales, por entregarse por encima de egos y por la indisoluble unión entre iglesia y hermandad. Yo debo reconocer que he aprendido mucho de ella y me ha ayudado en momentos en los que me ha podido el corazón sobre la cabeza. Beatriz ha dado un ejemplo de dedicación dónde se la ha pedido y lo ha hecho en un segundo plano, con modestia y poniendo siempre la Hermandad por delante de todo.
En su corazón está la Esperanza y su cuadrilla en los que vivió años que no se la caen de su boca y preparó con esmero las celebraciones cuando ese era su cometido en la directiva. Hoy continúa su labor de hermana en la fila con la misma sonrisa y dedicación del primer día sabedora de que todos los cofrades son igual de importantes con independencia del cargo que ocupen.
Beatriz, hermana, gracias por el ejemplo y que nuestros titulares te protejan y te cuiden.
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