A la hora de pasar por la Gruta puedes tocar la huella redondeada en la roca de la fe fruto de las caricias y oraciones de millones de cristianos que experimentan una sensación única al tocar la huella de Nuestra Madre. Yo no puedo explicar algo que debe estar en el corazón de cada católico pero sí decir que se siente algo especial.
En Lourdes tienes tiempo para buscarte y para que la Fe crezca en tu interior con el abrigo de Nuestra Madre. En el recogimiento del Santuario galo puedes vivir emociones únicas como el Rosario de Antorchas que presenta espectaculares imágenes con la luz en la oscuridad, la conmovedora procesión de los enfermos, las Misas en los distintos templos en varios idiomas que muestran la grandeza mundial de la Fe, el Via Crucis a escala natural tan duro como bello al subir la montaña en la que está situado...
Pero sin duda, por lo menos a mí, lo que más marca es mirar a la Señora en silencio abriendo tu corazón. En esos momentos recuerdas esas miradas de fe que ves en personas a las que la salud del cuerpo les ha abandonado, las miradas y el esfuerzo de chavales que los pasean por el Santuario haciendo auténticos esfuerzos con la fuerza de la Fe que les manda su madre. Es en ese momento cuando ves la fuerza de la Fe y el alma se fortalece. En ese instante te das cuenta de que muchas veces te has quejado por tener floja tu Fe y que debes seguir confiando ya que Nuestra Madre nunca te abandona. Aprendes a darte cuenta que lo que de verdad merece la pena es tener la compañía de Quién nunca te deja y no las cosas que sí ocupan nuestra mente pero no son tan importantes. Suplicas que te dé fuerzas para que en los momentos malos no la abandones y siempre la tengas en tu vida. Te arrepientes y algo remueve tu alma.
Este año varios nazarenos hemos tenido la suerte de vivir esta experiencia única en la Peregrinación de Portillo. Una experiencia inolvidable y que recarga las pilas para toda la vida. Y si no puedes ir, guarda cinco minutos para ella al día. Merece la pena.
UN VIAJE DE FE Y ESPERANZA EN EL QUE PUSIMOS UNA VELA PARA NUESTROS HERMANOS. EL QUE PUEDA, QUE NO LO DUDA, Y SE BUSQUE EN LOURDES. NUESTRA MADRE NUNCA TE FALLA.
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