martes, 4 de diciembre de 2018

Un 4 de Diciembre que nos dio la vida.


Era la mañana, muy de mañana, y La Colegial habia despedido, ya cómo casados, a una pareja de recién casados.

Corría el año 1954 y España se sacudía los rencores de una Guerra que todavía sangraba en las cárceles mientras las tapias de los cementerios todavía recibían la sangre de los perdedores y de aquellos que eran víctimas de odios de todo tipo.

Sagrario acababa de descubrir que se llamaba Nieves de primer nombre, los censos no estaban precisamente digitalizados, y lo que era "peor", que era 6 meses mayor que su marido y no 6 meses menor.

En aquellos años las bodas se alejaban de lo que hoy conocemos pero las familias se afanaban en que nada faltara. Gallinas y, si se podía, algún cochino no se lo pasaban tan bien antes del banquete. Pese a eso, se recuerdan dichas celebraciones como algo único, unos momentos para evadirse de la lucha contra el hambre que asolaba al país.

Eloy y Sagrario habían luchado juntos sobreviviendo desde niños. Ese carácter guerrero les sirvió para 50 años ejemplares de matrimonio.

Juntos criaron cinco hijos y nos dejaron un ejemplo a los diez nietos. Ellos respetaron a los mayores, lucharon cada segundo, enseñaron el valor de la familia y nos legaron una pasión morada.

Juntos superaron la pérdida de casi una mano (cuatro dedos), la pérdida de un hijo que apenas vio la luz, las estrecheces de una época complicada y lo hicieron sobre la base de los valores.

Ellos nunca escondieron que hubo problemas, que como todo matrimonio tuvieron diferencias pero todo lo superaron por un amor que todos soñamos. Un amor real, no de cuento, el amor que afronta y perdona pero que, sobre todo, lucha unido.

Cada día de mi vida doy gracias por haber aprendido de su amor y por haberlo recibido, son el mayor tesoro de nuestra vida.

En ese matrimonio el Nazareno siempre fue centro y guía y nos lo supieron legar.

Solo el mismo Dios que los unió esa fría mañana de Santa Bárbara sabrá porqué se llevo a Eloy antes de las bodas de oro. Sólo sé que hace 64 años unió a una pareja que sigue más unida que nunca, desde el cielo y la tierra, y que hoy vive en sus nietos, sus parejas y sus biznietos. Lo hicisteis muy bien y tus nietos nos miramos en vosotros.

Aqui, pese a la rabia de no poder verte abuelo coger a tus biznietos, nunca morirás porque ellos ya están aprendiendo con abuela y de tí. Así, no morirás jamás.

Un 4 de diciembre nos dio la vida...


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