Un matrimonio es un paseo por un camino de rosas. Y como todos sabemos las rosas tienen espinas. Esto, que pudiera parecer cursi, es la mayor de las realidades en el transitar por la vida en pareja.
El mérito es para aquellos que son capaces de luchar juntos porque las espinas pinchen menos y porque las rosas brillen más. El que diga que a lo largo de la vida nunca ha discutido con su pareja no sé si bordeará la mentira pero se acerca, ya que lo que hace grande a un matrimonio es ser capaz de convertir esas discusiones en cemento para reafirmar su proyecto de vida juntos.
La paciencia, el respeto, la comprensión, el pedir perdón, el pelear por tus hijos, el remar de la mano en los momentos más duros hace que una pareja crezca, se reafirme y se convierta en un feliz ejemplo para los que le rodean.
Hace 34 años nació un matrimonio en la Iglesia de los Santos Mártires. Un matrimonio que fue capaz de enseñarme todo esto con su indudable ejemplo.
Felicidades pareja, gracias papa y gracias mama por tanto y por vuestro ejemplo.
Que nuestros titulares os guíen y protejan.
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